miércoles, 23 de junio de 2010

El Cuaderno De Saramago

Otras veces me he preguntado dónde está la izquierda, y hoy tengo la respuesta: por ahí, humillada, contando los míseros votos recogidos y buscando explicaciones al hecho de ser tan pocos. Lo que llegó a ser, en el pasado, una de las mayores esperanzas de la humanidad, capaz de movilizar voluntades simplemente apelando a lo que de mejor caracteriza la especie humana, y que creó, con el paso del tiempo, los cambios sociales y los errores propios, sus propias perversiones internas, cada día más lejos de las promesas primeras, asemejándose más y más a los adversarios y a los enemigos, como si esa fuese la única manera de hacerse aceptar, acabó cayendo en meras simulaciones, en las que conceptos de otras épocas fueron utilizados para justificar actos que esos mismos conceptos habían combatido. Al deslizarse progresivamente hacia el centro, movimiento proclamado por sus promotores como demostración de una genialidad táctica y de una modernidad imparable, la izquierda parece no haber comprendido que se estaba aproximando a la derecha. Si, pese a todo, fuera todavía capaz de aprender una lección, ésta que acaba de recibir viendo a la derecha pasarle por delante en toda Europa, tendrá que interrogarse acerca de las causas profundas del distanciamiento indiferente de sus fuentes naturales de influencia, los pobres, los necesitados, y también los soñadores, que siguen confiando en lo que resta de sus propuestas. No es posible votar a la izquierda si la izquierda ha dejado de existir.
Curiosamente, y esta es la paradoja, el político al que el título de este comentario se refiere, es precisamente el que en este momento preside los destinos del país que desde hace muchísimo tiempo viene desarrollando una política en todos los aspectos imperial y conservadora: Barack Obama. Da que pensar. Una acción política que, como vengo diciendo, pretende poco más que salvar los muebles de un capitalismo sin reglas que estuvo a punto de devorarse a sí mismo, nos parece ahora casi, casi, la realización del sueño de la izquierda. Apuesto que mucha gente, progresistas, socialistas, comunistas, anda por ahí preguntándose: “Y si Obama fuese presidente de mi partido?” Tal vez lo que llamamos ironía de la Historia sea algo así como esta situación… Tal vez sea, solamente, la importancia del factor personal.

José de Sousa Saramago

viernes, 11 de junio de 2010

Tribulaciones del Alma Encerrada


El camino de la vida suele ser multicolor, los días en cualquier lugar y las horas y minutos en los lugares justos son algo diametralmente opuesto, puedes pasar días completos en un lugar totalmente ajeno a ti y sentir ese vacío terrible de estar solo aunque haya gente alrededor.
Meses completos en las costas del sur perdidos para siempre, donde ni las experiencias parecen algo rescatable, una cuestión sin una explicación lógica. Así contaba los días y las noches en el pueblo donde se respira lo común cada amanecer, donde toda persona denota inconformidad a cada mirar, a cada respirar, donde mueren y reviven las profundas aspiraciones a tener algunos bienes que nunca se han tenido. Y en medio de la cruel realidad económica surgen destellos en sus mentes, en la lejanía del norte, en esa utopía americana que devora hombres incautos que se negaron a vivir dignamente de su tierra, dejando hasta el último gramo de dignidad para regresar algún día como grandes señores contaminados.
Como un auténtico espectador me posaba en la terraza cada noche, después de soportar las alcoholemias de una vieja y corrupta juventud vigente del PRI, me imaginaba recorriendo las montañas y los valles, recordando cómo ha sido mi vida y como un espíritu que quiere más puede verse encerrado en un lugar donde la gente es libre, donde no hay ley, donde las normas de la moral se han reinventado y el machismo del que comúnmente las damas de las grandes ciudades platican en los cafés, no es ni una pequeña muestra de la terrible realidad que atosiga a todas esas mujeres marcadas por la baraja , ésas que destinan su vida a la disposición de un sujeto que ni siquiera sabe si es dueño de sus acciones.
Quizá ningún ángel ha tocado las puertas de este lugar, donde hasta el más noble de los misioneros bien podría corromperse en un inconsciente colectivo entreverado por los propósitos más bajos y decadentes.