sábado, 20 de febrero de 2010

Sábados por la Noche


Día particularmente diferente es el sábado, hasta el sol pinta de otra manera. Bien decía “Maclaut“ que no hay sábado sin sol, ni cantina sin borrachos. Ese día las labores se apresuran, hasta los albañiles que reniegan de lunes a viernes de ese colado que a cada palada ha ido minando sus espaldas, le sonríen al quemante sol del sábado.
Toda la alegría y expectativa que genera este sabroso día gira en torno al fin de la jornada laboral y al anunciamiento del domingo, que mas que cervezas y carne asada para rematar una semana llena de preocupaciones que penden sobre la cabecera cada noche, representa una ventana para sacudir el hastío, para dar la rola, para sentir ese ambiente cargado de emociones banales y paso circular por la ciudad tonta y pesadamente.
Y es así que amaba los sábados, sobre todo por la noche eran interactivos, un buen día no sé si por casualidad se hicieron mortalmente aburridos, en la ciudad que sea fue característico encontrar alcohol y bares, gente en las plazas, comerciantes y otras cosas tan triviales que se repiten a cada semana. Encima de todo quizá la vida laboral va llevando a las mentes complicadas a tomar las noches del sexto día como una más del calendario y en lugar de fundir lámparas públicas para que los amigos puedan acceder a los favores de sus parejas o cambiar neumáticos y alternadores a las 3am en las avenidas saturadas por las lluvias de agosto, te limitas a hacer click en el link de una película barata y esperar mejores épocas.
Los días saturados de risotadas y alcohol se volvieron cíclicos, aburridos y cada vez más lejanos, ahora en que se convive con los entes de otras latitudes, a la cuarta cerveza los ojos se entrecierran y en esos escapes temporales se rememoran aquellas noches sobre el puente donde con una dama loca le escupíamos al rio y nos preguntábamos del porque no teníamos mapa en este mundo, del porque la gente común en estas noches se destrampa y por lo menos aparenta ser feliz en esas pocas horas. Con todo y eso por aquellos meses era más emocionante poner una película de “Tarantino” y tomar tanto café hasta no sentir los brazos, sabiendo que a la tarde siguiente el nostálgico sol me acompañaría por las montañas en busca de una semana más, a perrearle otros días a la vida.
Sin embargo esta noche en la plaza concluyo la retrospectiva esperando la mano de una dama que me lleve a otros universos, a otros mares y a otros sábados cargados de endorfinas y animaladas. Las mejores épocas están donde quieras que estén.